miércoles, 14 de agosto de 2013

Batiendo al mercado

La bolsa española se hace partícipe de la potencial recuperación económica que nos vislumbra a golpe de sesión. 
Tras alcanzar máximos anuales, el índice español de referencia, el Ibex-35, se ubica en los 8735 puntos (tras batir la resistencia emplazada en los 8600 puntos), impulsado por empresas como FCC, Arcelor y Sabadell que lideran la subida de un modo firme y contundente. En dirección opuesta, avanza la prima de riesgo, atesorando 2’8 puntos porcentuales. 
Ambos, son datos muy positivos, sin lugar a dudas, pero nuestro esfuerzo, no debe cesar, sino por contra, incrementarse, en aras de una pretensión más ambiciosa y, bajo las incidencias que tan frecuentemente, alimentan las caídas del selectivo español. 
Desde una óptica más personal y pesimista, auguro una inexorable bajada, en calidad de consolidación, que servirá para anclar soportes y rebotar al alza en el medio plazo. Considero necesario apuntar que agosto es un mes donde el volumen es ínfimo, por tanto, la información que desprenden las cotizaciones puede no ser tan fidedigna como la proporcionada en otros periodos. 
Además, las más destacadas contingencias, podrían penetrar soportes, lastrando, de este modo, el proceso alcista. Así pues, nos encontramos, con la inminente retirada de estímulos, por parte de la FED, a finales del presente trimestre. Otro dato transcendental, viene de la mano del Banco de España, instando a los bancos privados a limitar la remuneración por participar en su capital social, hasta en un 30% del beneficio que se viene destinando al pago de dividendos. 
Los resortes para afianzar los “brotes”, deben definirse en el seno del gobierno, trabajando en la senda reformista con medidas ligadas al ámbito laboral, fiscal y a la burbuja del sector público.

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Análisis realizado por José Cristian Callejón Villalobos.

Escepticismo y esperanza en las nuevas negociaciones de paz Israelo-Palestinas.

Hoy comienzan unas nuevas negociaciones de paz para trartar de resolver el conflicto israelo-palestino que tendrán lugar en Jerusalén con el adjetivo que suele acompañar, desde hace años, los intentos por alcanzar la paz: el escepticismo con la antesala de un primer contacto que tuvo lugar el pasado julio en Washington que sirvió para dejar claras las posturas.
El escepticismo es el adjetivo porque, pese al empeño que ha demostrado el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry y su antecesora en el cargo Hillary Clinton, por relanzar los contactos,  han pasado ya tres años desde que se sentaran por última vez ante una mesa de negociaciones y, en total, estamos ante más de seis décadas de conflicto, ante veinte años un proceso de paz que nadie ha sido capaz de sellar con un acuerdo final, acorde a las demandas de cada parte.
Eso sí, en esta ocasión, y a diferencia de lo que ocurrió anteriormente Kerry ha advertido de que estamos ante unas negociaciones directas que podrían durar «al menos nueve meses» y en las que «ningún asunto se quedará fuera». Sus palabras llevan implícito, por tanto, que de nuevo se pondrán sobre la mesa las que siempre han sido las dos grandes demandas: la creación de un estado palestino y el derecho a la seguridad plena israelí.
Como prueba del compromiso por una «negociación sincera»,Israel ha aceptado liberar a 104 presos palestinos que cumplen condena desde antes de los acuerdos de Oslo de 1993. Sin embargo, la medida ha venido acompañada del que fue el gran punto de inflexión en septiembre de 2010, poniendo fin al diálogo comenzado entonces: el anuncio de la construcción de unas 1200 viviendas en zonas ocupadas por Israel desde 1967.
Más cosas han cambiado desde la última negociación, comenzando por una Palestina que, en cierto modo, llega reforzada tras conseguir ser reconocida ante la ONU como Estado observador antesala del que es su gran anhelo: proclamar un estado soberano.
En esta ocasión, cómo vayan avanzando las negociaciones lo sabremos sólo de la mano de Kerry, ya que ambas partes se han comprometido a mantener todo en secreto. Eso sí, cuando conocimos que se retomaban las negociaciones de paz, Abbas dejó abierta la puerta al que podría ser un factor clave: un intercambio de territorios, tal y como establecía el plan de la Liga Árabe, presentado el pasado mes de mayo. En él se determinaba que Palestina estaba preparada para aceptar las fronteras de 1967 con «ajustes que reflejen los intercambios de tierras aceptados mutuamente», lo que podría suponer que Israel conserve algunos de sus asentamientos, así como los lugares santos en Jerusalén oriental.
Queda por ver si esta vez estamos ante unas negociaciones con las que realmente la paz comience a ser una realidad no tan lejana.