martes, 19 de febrero de 2013

¿Regeneración? OH...WAIT!!!!


Cada vez son más las personas y colectivos que alzan la voz contra el deterioro que sufren las instituciones en nuestro país, sugiriendo un cambio de sistema.
Piden una regeneración política y sostienen que se ha de pasar por cambios radicales en leyes, como electoral, eliminando la archiconocida Ley D'Hont y la existencia de listas abiertas en las candidaturas de los partidos políticos.
 Estas propuestas son tentadoras y diría que hasta oportunistas en el momento tan angustioso política, económica y socialmente que vive nuestro país, pero, personalmente, creo que son equivocadas. No podemos negar que el actual sistema de partidos políticos tiene sus defectos, llevando inevitablemente hacia un excesivo crecimiento de las administraciones públicas y la corrupción. Estos problemas, para que los creemos en la política como forma de modificar nuestro entorno para bien, movida por la vocación, son bastante duros e importantes y, por supuesto, es obvio que el sistema necesita reformas, pero las de “regeneración y transparencia” que diversos colectivos ponen sobre la mesa, basándose en la alarma social y el populismo, pues algunas de las alternativas que se sugieren suelen desembocar en situaciones más indeseables.
Nuestro imperfecto sistema político-democrático tiene dos virtudes en relación a otros: Una importe virtud, de la que carecen países de nuestro entorno es la generación de mayorías políticas estables, permitiendo una relativa autonomía del poder político respecto del económico. ¿Qué pasaría si nuestro sistema se basara listas abiertas? Pues que sucedería lo mismo que en Estados Unidos, democracia que admiro, pero como todas tiene sus lagunas y problemas que desgloso aquí: En EEUU llevan tres años sin pasar un presupuesto y el poder económico ejerce un dominio absoluto sobre la agenda legislativa, hablando en plata, allí mandan los «lobbies» y las batallas por escaños en Congreso y Senado no son por ideas, por partidos o por más o menos intervencionismo sino, de quién recauda más fondos. En España La ley D'Hont favorece la formación de mayorías y la financiación pública de los partidos permite un proceso legislativo relativamente opaco a la influencia del poder económico y transparente de cara a los ciudadanos, pues los partidos son auditados por un órgano constitucional, el Tribunal de cuentas. ¿Solucionaríamos nuestros problemas cambiando la ley electoral? ABSOLUTAMENTE ¡NO!. ¿Generaríamos problemas nuevos? Claramente, sí.
 Comparemos nuestro sistema electoral con otro muy distinto,  como el italiano. Allí, además de todos nuestros problemas, sufren una inestabilidad política, por la imposibilidad de formación de mayorías que ha resultado en 20 cambios de gobierno en 30 años. Un dato económico de esta inestabilidad política y gubernativa en Italia es que, en 1980 su PIB per cápita era un 40% superior al de España, En 2012, es prácticamente el mismo.
Con 2 sistemas políticos de diferentes al nuestro y que, cada uno, reúne las características que piden los adalides de la regeneración quiero abogar por la cautela, el sentido común y la confianza, porque como dijo mi admirado Winston Churchill: “La democracia es el peor de todos los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes