miércoles, 9 de julio de 2014

La tensión en Oriente Medio acaba definitivamente con los acuerdos de Oslo.

La escalada de acciones y represalias en la nueva confrontación entre Israel y Hamas es una copia de enfrentamientos anteriores y, salvo un milagro, parece difícil que, tras la movilización de más de 40.000 soldados israelíes en los alrededores de Gaza en los últimos días, pueda pararse en semanas o meses.
La mecha que ha encendido el nuevo enfrentamiento ha sido el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes -celebrado por el líder de Hamas- que tuvo una respuesta incontrolada por parte de un grupo de extremistas judíos -detenidos inmediatamente por las autoridades- que acabaron con la vida de un menor palestino. A partir de ahí, todo se ha precipitado e Israel, que comenzó bombardeando al menos 150 objetivos militares de Hamas en Gaza ha decidido -no sin fricciones internas que ponen en peligro las alianzas gubernamentales- lanzar una ofensiva en toda regla que no terminará en cuestión de días.
Las acciones israelíes de castigo en forma de redadas, centenares de detenciones en Cisjordania y ataques aéreos contra Gaza se han intensificado a medida que el brazo militar de Hamas ha recurrido a una de las pocas armas que tiene, los cohetes, para hacerse oír.

Se cree que Hamas cuenta hoy con unos 10.000 cohetes, incluidos algunos que pueden alcanzar el centro económico del país, Tel Aviv.
Nos encontramos ante una burbuja criminal del ojo por ojo, inocentes por inocentes, con docenas de muertos y heridos entre los palestinos e israelíes.
Los dirigentes israelíes, divididos como siempre, justifican la respuesta militar, bautizada con otro nombre para los manuales de propaganda "Margen Protector", como inevitable para frenar el terror, restablecer la disuasión y detener los misiles.
Como en 2000, la escalada sucede a otro fracaso en las negociaciones de paz y a medidas unilaterales de las dos partes consideradas hostiles por el adversario.
De los acuerdos de Oslo prácticamente no queda nada, la desconfianza no ha dejado de aumentar y la posibilidad de una solución de dos estados basada en el intercambio de paz por territorio, el talismán que ha mantenido viva la esperanza desde mediados de los 70, cada día es más irrealizable por los hechos consumados sobre el terreno.
La pregunta inevitable ahora es si, como en 2000, los palestinos, debilitados por el hundimiento de los Hermanos Musulmanes en Egipto, el acercamiento entre Irán y los EEUU y las guerras de Siria e Irak, responderán con otra intifada igual o más letal que la segunda, en la que murieron unos 3.000 palestinos, unos 1.000 israelíes y 64 extranjeros.
El fracaso de la mediación estadounidense más importante de la historia, con más de 40 encuentros del secretario de Estado, John Kerry, con Abu Mazen, y más del doble con los dirigentes israelíes; la incorporación de la Autoridad Palestina a varias organizaciones internacionales en los últimos meses y el acuerdo de unidad entre el presidente palestino y Hamas, que sigue en las listas israelí, estadounidense y europea de grupos terroristas, han liquidado las últimas oportunidades de paz.

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