sábado, 6 de septiembre de 2014

La calidad educativa no se soluciona con dinero.

Propone Pedro Sánchez un pacto educativo con el fin de conseguir recursos para que en ocho años España destine el 7% del PIB a la Educación. Se trata de una medida populista porque, como el propio secretario general del PSOE debería saber, más dinero para el sistema educativo no implica necesariamente una mejora de la calidad de la enseñanza. En España, el gasto educativo de las administraciones públicas aumentó un 76% entre 2001 y 2011 y en duplicándose en ese periodo las becas e incrementándose un 43% el gasto total medio por alumno. Aún con este importante aumento de la inversión en educación no  hemos logrado salir de los últimos puestos en los rankings de calidad internacionales, como así lo certifica año tras año el informe PISA. 
Es cierto que España necesita un pacto educativo entre las fuerzas políticas, pero ese acuerdo tendría que estar orientado a conseguir de una vez planes de enseñanza estables y que no cambien con cada Gobierno; a fomentar el mérito y el esfuerzo de los alumnos; a asegurar la formación del profesorado y reforzar su autoridad; a homogeneizar los contenidos o a conseguir que los ciudadanos puedan ejercer su derecho a estudiar en español en todo el territorio.

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