lunes, 26 de mayo de 2014

25M; Los grandes partidos deben reaccionar ante los extremistas.

Los resultados españoles de las elecciones europeas suponen un toque de atención a los dos grandes partidos que configuran nuestro panorama político y electoral, siendo de mayor envergadura la caída para el Partido Socialista. Los partidos mayoritarios ayer solo lograron conjuntamente el 50% de los votos lo que supone  una sangría que han capitalizado, fundamentalmente, las formaciones de izquierda y centro como IU y UPyD y, sobre todo, Podemos, el partido de Pablo Iglesias, la gran novedad de la noche, que irrumpe triunfalmente en el espectro político español y  en la eurocámara con cinco diputados. La irrupción de Podemos, que se convierte en la cuarta fuerza política del país y entra en la eurocámara con cinco escaños, ha sido otra de las notas fundamentales de esta convocatoria. Primero, porque se trata de un partido unipersonal con sólo unos meses de andadura. Y segundo, porque ratifica no sólo la mencionada crisis del bipartidismo, sino también la falta de respuestas adecuadas de la Izquierda Unida. Podemos y sus 1,2 millones de votantes es fruto del carisma del televisivo Pablo Iglesias y su mensaje nítidamente antisistema, que tan eficazmente ha extendido a través de las redes sociales. Aunque también de la incapacidad de Cayo Lara de sacar provecho del desplome del PSOE y de movilizar a los desencantados. Es posible que el triunfo de Podemos sea flor de un día, pero no sería la primera vez que un partido sin experiencia ni trayectoria da la sorpresa para quedarse. Ya pasó con Ciudadanos de Albert Rivera, que ha conseguido también entrar en el Parlamento Europeo con dos escaños que serán ocupados por Javier Nart y Juan Carlos Girauta, a lo que desde aquí felicito, y con la UPyD de Rosa Díez, que pasa de uno a 4 eurodiputados. 
La victoria del Partido Popular con 16 eurodiputados, aun con una pérdida de votos y escaños considerable, es un motivo de aliento para el partido que sostiene el gobierno, que encara la última parte de una amarga legislatura marcada por la adversa coyuntura económica. Sobre todo, porque la hemorragia de votos no ha sido capitalizada por la principal fuerza opositora, el PSOE, tema aparte es el resultado del PSOE  gran perdedor de esta cita electoral. Su discurso no ha calado suficientemente en el electorado de centroizquierda, que ha optado por formaciones más radicales y menos dañadas por el poder. Los resultados son decepcionantes y suponen una mayor presión para adelantar la renovación que prepara el partido.Aunque sería absurdo extrapolar estos resultados a unas elecciones generales, sí se pueden sacar conclusiones de las tendencias que mostraron ayer los ciudadanos. Y una de ellas es que se ha podido vislumbrar un hartazgo con el bipartidismo en España. Por eso, es imprescindible que sean los dos grandes partidos los que propicien de verdad ese movimiento de regeneración democrática que necesita España. Y cuanto más tarden en emprender este proceso, más desencanto continuarán generando. Son ellos los que están obligados a emplearse mucho más en atraer a los ciudadanos con unas políticas encaminadas hacia ellos, y me parece que la tarea reformista que está llevando a cabo el gobierno de la nación es el camino para ellos; recuperar la confianza en el sistema constitucional y la estabilidad política y económica.

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