jueves, 25 de febrero de 2010

El pensionazo y su manifestación.

Para evaluar la intensidad, fuerza y energía de la movilización laboral de ayes, basta con observar el nulo grado de contrariedad que le ha causado a un Gobierno que se siente más cómplice que víctima de las reivindicaciones sindicales y que las utiliza para frenar sus propios y tímidos impulsos reformistas. Todavía no habían salido a la calle las huestes de los sindicatos más subvencionados de Europa, acompañadas de algunos diputados de la mayoría contra la que se supone iban dirigidas las protestas, cuando Rodríguez Zapatero expresaba gozoso su disposición a escucharlas; a eso se le llama eficacia preventiva. Los compadres Toxo y Cándido podían haberse ahorrado el remojón tomando un taxi hasta la Moncloa, donde son siempre son bien recibidos, para ver los partidos del Barça. No hace falta que salgan de paseo contando con un presidente tan solícito a sus inquietudes, y que además de las explicaciones pertinentes siempre tiene a punto una subvención bajo el brazo.Sucede que en inviernos tan crudos, que invitan a quedarse en casa, hay que salir a estirar las piernas para que no se oxide la musculatura en el sillón. Y que las pancartas se apulgaran si no les da un poquito el aire. Conviene tener a la gente entrenada para cuando gobierne el PP y manifestarse día si y día también. Los sindicatos, que al fin y al cabo están organizados como tropas, necesitan salir de maniobras de vez en cuando para probar su capacidad operativa y hacer simulacros de fuerza que sirvan de advertencia al enemigo. Con munición de fogueo para no herir a nadie próximo, que se trata de mero ejercicio logístico.Así las centrales se han movilizado e inventado eso del pensionazo para denominar a una timorata y alicorta propuesta de reforma jubilar que probablemente ni siquiera acabe de tomar cuerpo. Del mismo modo, el presidente desempolva el recuerdo del decretazo aznarista olvidando el que no hace ni tres semanas le aplicó él mismo a los controladores (En materia de pensionazos bien podría por cierto preguntarle a Chaves, que en Andalucía se legisló uno para recibirlo él solito a perpetuidad sin que le protestaran los vigilantes de la sufrida clase obrera). Con la misma lógica semántica cabría llamar el sueldazo al salario de ciertos liberados sindicale, y el desempleazo al insondable agujero negro de los cinco millones de parados, pero entonces no iba a haber más remedio que organizar un poco de jaleo, siquiera para pedir cuentas y disimular la pasividad ante un drama social tan notorio, y los amigos y compañeros del Gobierno se podrían enfadar o sentirse injustamente señalados. y entoces no darno subvencines. Hasta ahí podíamos llegar; ningún ser bien nacido muerde la mano que le da de comer. Y ahí siguen que muca manifestación y mucho cuento pero que lo únio que hacen es bailar el agua un gobierno que quedará en los anales de la historia como el peor de la democracía.

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