viernes, 11 de abril de 2014

El Bipartitoruina se tambalea.

 La grave crisis abierta entre el PSOE e IU en Andalucía por la gestión de las viviendas públicas marca un antes y un después para la coalición de Gobierno en la Junta.
Esta disputa no ha sido una sorpresa para muchos pues vista la radicalidad de los planteamientos de IU, era cuestión de tiempo que ambas formaciones chocaran: un día apoya la ocupación de fincas, al siguiente los escraches a políticos, hasta que finalmente acaba saltándose el turno de adjudicación de pisos destinados a personas desfavorecidas para beneficiar a un colectivo afín.
Fue la propia consejera Elena Cortés quien impulsó la ley antidesahucios andaluza que legaliza la expropiación de viviendas y sanciona a los propietarios de casas vacías, una norma que socava el derecho a la propiedad privada y que ya ha sido suspendida acertadamente por el Tribunal Constitucional.
Ante este percal Susana Díaz ha optado por retirarle a la consejera las competencias para adjudicación de viviendas públicas, siendo está una acción incompleta, puesto debería haberla destituido de su cargo automáticamente, pues está claro que alguien tiene que responsabilizarse de que se haya preferido realojar a unos “okupas” antes que atender las necesidades de personas con verdadero riesgo de exclusión social. Al parecer entre los beneficiados habría más de uno con trabajo e incluso alguno vinculado al grupo municipal de IU en Sevilla. Estamos claramente ante una irregularidad que podría constituir un delito de prevaricación, pues se ha obviado el orden de prioridad establecido por la ley.
Estos hechos tienen una importancia muy relevante pues indican que IU actúa por libre en la Junta, sin contar con su socio de Gobierno y de espaldas a la presidenta y, lo que es más grave; a la ciudadanía. Pretendiendo explotar la demagogia en un asunto particularmente sensible en momentos de crisis.

Lo que queda claro es que el incidente entre PSOE e IU es grave y da pie a pensar que podemos hallarnos ante el principio del fin del pacto de Gobierno, justo cuando en Andalucía se llega al ecuador de la legislatura, algo que muchos aventuramos justo en el momento en que se forjó. Ante esto a Susana Díaz sólo le queda ser taxativa, aunque a estas alturas ya haya quien se malicie y piense que esta crisis le sirva de excusa para argumentar la imposibilidad de gobernar con esta excrecencia ideológica y, consecuentemente, verse forzada a convocar unas elecciones tan anticipadas como deseadas por los suyos y por aquellos que sólo viven del cálculo que brindan las encuestas, y que a mi modo de ver sería un tanto irresponsable y forzado hacerlo.

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