jueves, 25 de julio de 2013

Griñán y el desconcierto.

El repentino y definitivo abandono de José Antonio Griñán de la presidencia de la Junta de Andalucía y su relevo por Susana Díaz, previsto para septiembre, no viola normas ni afecta a legitimidades políticas, pero sí confirma que la dirección del PSOE de Andalucía ha dado prioridad a los tacticismos internos de partido antes que a la responsabilidad contraída con los ciudadanos en las elecciones de 2012. Somos nosotros, los electores; los ciudadanos los que merecemos una explicación de las razones por las que, en menos de un mes, Griñán ha pasado de anunciar su intención de no presentarse a nuevos mandatos en la Junta, pero agotar el actual, le quedaban casi tres años, a dejarlo  de inmediato.
Las razones, según Griñán, son personales y familiares, lo cual no le impide mantenerse en los cargos orgánicos del PSOE. La sorprendente precipitación de su marcha afianza la idea de que un factor decisivo es la investigación del presunto fraude de los ERE:  Griñán intenta quitarse de la presión que representa este asunto, aparte de sostener que no hay motivos jurídicos para imputarle. En este punto solo cabe aguardar el curso de los acontecimientos y sin duda el caso seguirá pesando sobre una organización política que gobierna Andalucía sin interrupción desde 1982; pero es posible que la acción de Griñán contribuya a apartar al futuro Gobierno andaluz de los focos de un problema judicial cuya evolución no está escrita.
Precisamente hoy el testimonio del ex interventor general de la Junta, Manuel Gómez, que remitió hasta 15 informes a la Consejería de Hacienda en los que alertó del irregular procedimiento con el que se daban las ayudas y sobre las ampliaciones presupuestarias que recibió el fondo constituido para ello, no deja en buen lugar a Griñán, que fue el titular de esa consejería entre 2004 y 2009, aunque éste siempre ha sostenido  que no leyó tales informes y la actual consejera de Hacienda, Carmen Martínez Aguayo, se ha inmolado públicamente al asumir que nunca pasó tales documentos a Griñán cuando ella era viceconsejera. Esta investigación y las dádivas que están dando a la juez y a los andaluces, no son más que parches e interrupciones en el camino hacia la verdad y las responsabilidades, tanto políticas, como jurídicas.
La precipitada dimisión explica,  por qué la dirección de los socialistas andaluces convocó unas primarias exprés, de las que se ha servido para hacer una demostración de fuerza interna y consolidar la base política de la futura presidenta de la Junta. Para Griñán, conservar por algún tiempo las riendas de la organización socialista en Andalucía puede ser un modo de balizar el camino de su sucesora, aunque la bicefalia no funcione nunca bien —fue su excusa para apartar a Manuel Chaves— y tarde o temprano habrá de ceder también ese puesto.
Ahora si abre un nuevo tiempo en la política andaluza, con una presidente curtida en el partido, sin experiencia profesional futura de la política y pésima estudiante (tardó 10 años en terminar Derecho), hemos pasado de mal mal a mal peor, yo aventuro a que las elecciones serán antes de 2016 y por ello, aprovecho para pedir a mi partido, el PP Andaluz, que comience la ardúa tarea de buscar un candidato preparado y que atraíga a la ciudadanía, que en este camino por el desierto para Andalucía, se de a conocer coo futuro presidente, para que por fin los andaluces conozcamos la alternancia política.

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