lunes, 1 de julio de 2013

Y llegamos a los 28.


Croacia se convierte hoy en el socio número 28 de la Unión Europea (UE). Desde una perspectiva histórica esta nueva adhesión confirma la existencia de una persistente demanda de Europa, indicando que hay más fe en Europa fuera de ella que dentro de sus confines.
La adhesión de Croacia se produce diez años después de que esta la hubiera solicitado. Un largo período que acredita la preparación del segundo miembro balcánico de la Unión, tras Eslovenia y es el mayor ejemplo del período de paz y tranquilidad que viven los balcanes, tras los sangrientos conflictos de los 90, ocasionados por la desmembración de Yugoslavia.
Supone sin duda, un acicate para la entrada de nuevos miembros, de hecho el Consejo Europeo de la semana pasada decidió abrir las negociaciones de adhesión con Serbia, una vez diluidas sus actitudes autoritarias respecto a Kosovo, así como el inicio de la discusión con este nuevo Estado de cara a integrarlo en el Pacto de Asociación UE-Balcanes.
Estas novedades aconsejan que, antes de que culmine cualquier proceso adicional de adhesión, la UE se plantee el grado de madurez real de los candidatos, que debe ser muy superior al exhibido —cuando ya están dentro— por Hungría, Rumanía o Bulgaria: países que presentan déficits democráticos y de libertad y que no se asemejan a la mayoría demócrata y liberal de la que se componen los países miembros de la unión. Además, la Unión debe proponerse también una reflexión sobre los efectos de la ampliación en la funcionalidad de sus instituciones, en aras de incrementarla.
La perspectiva de integrarse en la UE opera en los países candidatos como un acicate para su liberalización política y su modernización económica, como se ha comprobado ampliamente en el caso de Turquía, en un doble sentido: a más cercanía de la UE, mayores progresos; a más lejanía, retrocesos. Pero Europa debe pensar también en sus intereses. Y el primero de ellos, porque de lo contrario desaparecería, es evitar la complicación de sus procesos de decisión. Por ello, creo que cualquier nueva ampliación debería ir acompañada, o precedida, de la supresión general del requisito de unanimidad en votaciones clave, puesto que el derecho al veto paraliza las decisiones de un club con tantos socios.
Dicho esto, hoy toca dar la bienvenida al club Europeo a Croacia, a los inventores, por ejemplo de la corbata, y cuyos parajes, tantos costeros, como de montaña son un marco incomparable y que ahora gracias a Schengen, los ciudadanos europeos podremos disfrutar y maravillarnos con total libertad, un país pequeño, cuya economía no impactará mucho en el PIB de la unión, pero que es muestra de la fortaleza y la añoranza de unión, libertad, compromiso y lealtad existente entre los diferentes países que forman nuestro continente. 

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